
Tengo un sobre mágico con recuerdos y palabras que me ayuda cada tanto a combatir las miserias de la rutina…
Tengo pocas pinturas, algunos pares de aros y un frasco del mismo perfume que uso desde hace 15 años que me sirven para sentirme un poco más joven…
Tengo un trébol de cuatro hojas que creció entre mis plantas guardado en las páginas de un libro, esperando para hacer su efecto…
Tengo una botellita con agua de mar para cuando la tristeza inunda el cuerpo y el tiempo…
Tengo un monedero y el anillo de compromiso de mi abuela como únicas herencias además de todas las historias familiares llenas de misterios y secretos que ya no podrá contarme…
Tengo varios libros, cómplices viajeros, que atesoran en sus páginas manchas de café de las mañanas de invierno, rastros de arena de las estadías en el mar, lágrimas olvidadas, sensaciones marcadas con lápiz…
Tengo una mancha de nacimiento en la pierna izquierda, varios lunares y dos cicatrices que interrumpen la homogénea curvatura de la piel…
Tengo una caja con fotos, imágenes de lugares y gente que ya no está, de lugares y gente que aún está. Fotos de mi pasado, pedazos de mi historia, retratos de otros tiempos…
Tengo algunos cds de música para sobrevivir al tedio de las palabras y del silencio…
Tengo una carpeta repleta de mis escritos que nunca nadie leyó…palabras arrojadas por la urgencia de decir o por la necesidad de callar…
Tengo un blues que un hombre compuso para mí y un poema que habla de mis ojos…
Tengo una bici antigua que me ayuda a reencontrarme con mi infancia en cada vuelta…
No es mucho, pero me alcanza...